Si David es el hombre que se construyó a sí mismo y Beckham la marca millonaria, juntos hacen al futbolista femenino que hizo de
la metrosexualidad lo más normal del mundo. No es el único, pero sí el ejemplo.
Se puede hablar de Cristiano Ronaldo y sus cejas depiladas, o su necesidad para mostrar sus músculos. Pero sólo lleva a la pretensión narcisista
del spornosexual. O de Palencia y sus uñas pintadas y leggins
. Pero recae en la burla, entre propia del
machismo mexicano, del futbol como expresión masculina y del chiste que es Palencia. De los tres, Beckham no es cuestionable. ¿Porque tiene rasgos atractivos? Ronaldo también, y sólo resulta nefasto.
El también modelo británico podrá salir maquillado en
la portada de una revista, representar a una pareja homosexual con James Corden para un comercial, sorprender con diferentes peinados cada temporada, o molestarse de que su falsa estatua no se parece en nada a él. En ninguna será criticado, sino hasta simpático y admirado.
Lo femenino vive en él, pero también en quienes lo seguimos y aceptamos. Porque es David Beckham y tiene estilo, se argumentará. No lo imagines en Palencia o Héctor Herrera, que caeremos en la
homofobia y misoginia que impera en México. Ahí donde se celebra
"lo femenino" sólo en una mujer.
Es otro contexto, pero podríamos normalizarlo para que lo femenino y la homosexualidad se deje de ver como algo para destruir en el país,
que acabe con vidas. Pero la aceptación no se mide en belleza, sino en la honestidad.
Se dirá que otra ventaja de Beckham fue ser inglés y tener el futbol europeo como plataforma mediática. Pero abrirse a lo femenino es exponerse a ese mismo soporte público, donde es posible el linchamiento masivo. Está la ansiedad generada para
la promesa Bojan Krkic, pero también la depresión
que reveló Jim Carrey hace unos años. La presión late aún con plataforma, quizá no así en encontrarse consigo mismo y transmitir la confianza de lo sincero.
“Siempre fui ese chico en la esquina que no hablaba mucho. Sabía que, una vez estaba en el terreno de juego, me llegaba la confianza. Ser futbolista profesional es lo que siempre quise”.
Ahí donde Beckham recuerda su introversión, Héctor Herrera dice que la imagen no es
lo más importante, pero se somete a una cirugía de nariz y orejas. Parece que no puede explicar que lo hizo porque quiso. Quizá confesar que provocado por burlas, o simplemente declarar que por gusto propio. Porque era un hombre y tenía el derecho de cambiar su imagen. Pero sólo ganó críticas, y más burlas.
El ídolo que nació profesionalmente en Manchester, sembró con pequeños tiros el símbolo que es hoy. Se retiró en 2013, y ahora casi no hace nada, pero puede hacer todo. Como pretexto, prepara la llegada de su equipo de Miami para la MLS, en 2020.
Su imagen eterna está en las marcas y los medios. En hacer y vender los productos que quiera. En
ser David Beckham, el modelo a seguir. En fabricarse una construcción del tipo de hombre que quería ser, y lograrlo. Ídolo con clase, pero también personaje que puede vivir (e invita a hacerlo) desde
"lo femenino", incluso
a través del feminismo.
Más personajes públicos buscarán influir masivamente, sin ruta. La formula es
conocerse y expresarse en lo que más se disfruta, sugiere David Beckham. Según él, no buscaba ser admirado. Pero lo consiguió. Discreto, con más imagen que palabras y en un irónico discurso que se extiende. El del hombre que se cuida a sí mismo, y proyectó "lo delicado" hacia el vacío que podía caer en el vestuario, con el infaltable bullying que caracteriza a la mayoría de los futbolistas.
En el dorsal cargaba mucho de
femenino, pero el número sólo era para el humano que quería ser. Sus espectaculares tiros libres no sólo cayeron en las redes, también en los tejidos de lo que se supone debe sentir y ser un hombre. Cada gol inolvidable valida sus constantes apariciones, para decir que te sueltes y seas el hombre que quieras ser.