La educación que condiciona nuestra vida, es el tema de
El arte de vivir. Desde la escuela hasta lo que recibimos con nuestros padres, con toda la dependencia y frustración que genera. Así como Krishnamurti aborda las prácticas impulsadas por este par, también recuerda el discurso de la cultura pop que lo alimenta. Ese donde hay un culto al éxito, y la tristeza o cualquier tipo de dolor, son monstruos de otro mundo que no deben habitar en la tierra (nadie contaba
con Bojack Horseman).
Si la escuela educa, los padres multiplican la competencia
El sistema educativo de las escuelas tradicionales no sólo es deficiente, en ignorar los problemas que nos enfrentamos en el día a día, sino también perverso. Porque si no aporta, sí crea el ambiente de competencia, ambición y el constante deseo de reconocimiento que todos anhelamos. Pero cuando esto no se logra, ¿cómo manejar el dolor y la frustración? Quién sabe, ahí lo descubren por su cuenta, no en la escuela.
Comprender el discurso de la educación convencional es vital, ya que moldea la realidad que se vivirá después de ella. Está claro que no prepara para la vida, sino para dar una formación de conocimientos. Pero estos casi siempre son irreales, porque sólo importan desde el qué y el cómo, nunca en su contexto y utilidad. La mayoría sale de la escuela para entrar al espacio salvaje, la realidad en singular según la carrera que se estudió. Sin un interés por
la salud mental, no se comprenderá ni se verá con otros ojos. Sólo se reproducirán ideas establecidas. Las del examen, la vía donde los profesores aún confían, y también reducen la complejidad del mundo a aprobado/reprobado. Pero eso sólo es una parte, sin considerar a los padres y la creencia ciega que tenemos en las ideas.
"Si uno de ustedes tiene una idea y yo tengo una idea y cada uno de nosotros piensa que su idea es mejor que la del otro, luchamos por ellas, ¿no es así? Yo trato de convencerle a él y él trata de convencerme a mí."
Con sus inagotables comparaciones, la escuela camina de la mano con los padres. Amar a un hijo por encima del otro y claro, demostrárselo a cada uno. Un padre despistado dirá que se les reconoce y, ¿qué hay de malo en ello? Pues sólo despreciar al hijo rechazado, que obviamente buscará su aprobación. No sólo irás detrás de ella, sino que creerá que debe hacerlo. Será el vehículo para confiar en su idea, que reproducirá en otros entornos. Mientras tanto, los padres dirán que aman a sus hijos, y por eso les marcan cómo deben ser, qué amar y qué temer. Ni hablar de la dependencia que provoca y la consecuente dificultad para librarse de ella.
Irónicamente o no, varias observaciones son cuestionables. Dice que la búsqueda del conocimiento se hace por inseguridad, por no saber lo que el otro sabe y temer sentirse menos. En algo coincido, pero si en verdad fuera así desconocería todas estas enseñanzas, y mi visión del mundo sería más limitada. Aunque acepto que me acerqué a ellas porque me sentía inseguro (más emocionalmente), cosa que ahora sé debo aceptar, y no hay nada de malo vivir con ello.
Krishnamurti vino a cambiar desde el fondo la forma en que nos relacionamos. Exhibe los prejuicios y el mundo enfermo que hemos creado, pero sugiere más cómo transformar este. Este libro, como el de
sobre el amor y la soledad, reformula lo que uno cree que es. Descontrola y, quizá, no sea tan agradable que alguien te quite tus creencias. Pero en ese cambio y aparente vacío e incertidumbre, desvanece la presión que se pueda sentir por "ser alguien". También por, sin querer o no, ver el ser en base a los demás. La lectura de
El arte de vivir debe llegar en el momento adecuado, cuando parezca que todo va a reventar en este mundo, Krishnamurti será un buena compañía para continuar y sobretodo, comprender el arte de la vida y cómo estar en ella.
FRAGMENTOS DE EL ARTE DE VIVIR
Sobre la competencia
"La envidia o los celos empiezan a una edad muy temprana, y gradualmente adoptan la
forma de la competencia. Ustedes quieren hacer algo que les distinga, obtener mejores notas,
ser mejores atletas que algún otro compañero, quieren superar a los demás, brillar más que ellos".
"Cuando haces algo que amas, ¿es ambición eso? Cuando escribes o pintas no porque
desees prestigio sino porque amas escribir o pintar, eso no es ambición, ciertamente.
La ambición interviene cuando te comparas con otros escritores o artistas,
cuando deseas tener éxito".
Sobre el éxito
Todos nosotros deseamos estar en la cima; quizá no en la cima misma, pero al menos tan alto
en la escalera como seamos capaces de treparla. En tanto exista este impulso de ser grande,
de ser "alguien" en el mundo, vamos a tener al rico y al pobre, al explotador y a los explotados.
La ambición es una forma de interés propio, de encierro en uno mismo; por lo tanto,
engendra mediocridad en la mente [...] Todo el mundo, todos nuestros amigos,
nuestras relaciones, todos están luchando para triunfar, para realizarse personalmente,
para ser alguien. Pero comprender todo esto, librarnos de ello y hacer algo que realmente
amamos -no importa qué, por modesto o poco reconocido que sea-, eso, pienso, despierta
el espíritu de grandeza que nunca busca aprobación ni recompensa, que hace las cosas
por amor a ellas mismas y que, por lo tanto, tiene la fuerza y la capacidad de no quedar
atrapado en la influencia de la mediocridad.
Sobre la educación
Una de las fallas de nuestra educación actual es la de hacernos sentir tan exclusivos,
tan sobre un pedestal por encima del así llamado hombre de la calle.
Sobre la dependencia
Una persona verdaderamente reflexiva empieza a liberarse de toda clase de seguridad, interna o externa. Esto es extremadamente difícil porque significa que uno se queda solo, solo en el sentido de que no depende de nadie. En el momento en que uno depende, hay temor; y donde hay temor no hay amor. Cuando ustedes aman, no se sienten solos. El sentimiento de soledad surge únicamente cuando nos atemoriza estar solos y no sabemos qué hacer.
Sobre el cuestionamiento
Lo importante es cuestionar, observar, no aceptar jamás. Por desgracia,
la mayoría de nosotros escucha sólo a quienes considera
que son grandes personas.
Lo que importa es descubrir la verdad o la falsedad de lo que se dice. Si usted piensa
que tal o cual cosa es importante porque fulano de tal la está diciendo, entonces
no está escuchando realmente, no está tratando de descubrir por sí mismo
qué es verdadero y qué es falso.