La comedia animada que crítica la fama y el mundo de Hollywood, con un fuerte discurso sobre la identidad. Eso y más es Bojack Horseman
La comedia animada de Netflix
habla de la existencia y da un discurso,
más allá de los chistes del género
La fugacidad de la
fama y su sinsentido se llevan hasta lugares impensables en Bojack Horseman. Y es que la comedia animada desarrolla cuestiones como el vacío y la soledad. Terrenos que aparecen a través del
protagonista Bojack, actor venido a menos y sólo recordado por la comedia familiar que protagonizó, Retozando. Con apariencia humana, el caballo demuestra a quien se le cruce una inquietante agresividad verbal. Nace de su frustración por ahora ser el actor sin reflectores, pero también por vivir del pasado. Un recuerdo alimentado por la gente y los medios de
comunicación, que se lo recuerdan a cada instante. Pero pronto, verá que puede cambiar esas sensaciones.
Con ese tono oscuro y depresivo, la serie provoca risas, reflexión y cariño. Poco a poco. Nuestro caballo Bojack
es un ser que ha estado descontento con la vida durante casi toda su
existencia. Recuerda con afecto el éxito de su comedia familiar, pero aún en ese tiempo vivía molesto. Para olvidarlo, se refugia en el alcohol y las drogas. Esto es un pretexto, el discurso de esta sitcom es mucho más elevado. Habla de cómo, a partir de sentirse solo, desubicado y con una autoestima muy baja, una persona puede transformarse si descubre lo que siente, y a las personas indicadas para apoyarlo. Poco a poco, de nuevo, que de la oscuridad nace la luz.
Contra la perversidad de Hollywood y la felicidad
El sentido crítico de la serie es fundamental, porque desde ahí parte para hablar de temas más complejos. Sus cuestionamientos siempre van con humor, en sintonía con las mejores comedias para adultos. En el caso de Hollywood, recuerdan lo despreciable que es. Desde sus formatos
morbosos en la televisión a cómo se condiciona a los actores a partir de su edad, convirtiéndolos en seres olvidados.
Resaltan críticas inteligentes. Por ejemplo, hay una sobre cómo los reality shows invaden la privacidad de las personas, para transmitirlo como algo "natural". En un capítulo de la primera temporada, el Sr. Peanutbutter -amigo y villano de Bojack- lo invita a su propio reality show, para decirle “¿Podrías fingir que no están aquí?”, en referencia a los camarógrafos que inundan su casa.
Hay otra crítica gloriosa sobre las niñas actrices que, conforme crecen, transforman su forma de ser para no ser recordadas así. Un claro guiño hacia Miley Cyrus y demás. Vemos a una de las niñas de la comedia familiar Retozando, ahora convertida en cantante. Invitada a un programa de espectáculos, igual con una exquisita parodia, declara cuál es el mensaje detrás de su música: “El público necesita saber que ya no soy una niñita. Soy toda una mujer adulta y sofisticada, y además tengo sexo y hago cosas sexi. A la gente le gusta el sexo, ¿ok? Y como yo ahora soy sexi, ¡me quieren!”.
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Bojack Horseman lleva cinco temporadas. La primera se estrenó en 2014 y la última, en 2018. |
El mundo de animales dentro de lo humano
La animación goza de colores vivos, pero también destacan los seres antropomórficos que aparecen. Se mueven con libertad y gracia, mientras conviven con seres humanos como lo más normal del mundo. Da para un análisis de contenido-discurso sobre qué tipo de animal-persona representa cada personaje, pero simpatiza con una sola revisión. De esto, destaca la relación que se construye entre Bojack y una chica, la escritora Diane.
Diane es un personaje diferente a la mayoría de los que se muestran: competitivos, superficiales, interesados, flojos. La crítica es total hacia el espectáculo y los medios de comunicación, amarillistas y no. La escritora es un ser empático que sabe escuchar. Con ella, la serie ofrece escenas que sugieren que hay otras opciones de afrontar la vida: comprender al otro como enseñanza y los libros como herramientas. No importa que esto se realice desde la introversión. Eso es tan destacable como cualquier otra cosa.
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La serie fue creada en 2014 por Raphael Bob-Waksberg, comediante estadounidense |
La felicidad que entretiene, no por alcanzar
La
comedia animada también hace una exploración hacia la búsqueda de la felicidad. De nuevo, resalta su crítica ácida-comedia desencantada. Al final de la primera temporada, es el Sr. Peanutbutter quien regala la frase: “La clave para ser feliz no es
buscar el significado, sino sólo mantenerse ocupado con tonterías sin importancia
y eventualmente, morirás”.
Bojack Horseman es un festín de chistes con crítica que hacen pensar, pero también con un mensaje más profundo. Lo primero no se debe ignorar con su exquisito doblaje latino. Está construido con actores que le dan una caracterización única a los personajes. Y así recuerda a las mejores series con un estilo propio, que deben verse en español latino, como Malcolm el de en medio o Los Simpson. En lo segundo, hay que darle el beneficio de la duda. No es una serie para todos, porque su tono es directo y puede sentirse como desesperanzador.
En su primera temporada, muestra el sinsentido al que la mayoría aspiramos, ser reconocido. Lo hace a través de Bojack, un protagonista que se podría ver como perdedor, prepotente e ignorante, a quien se le toma una extraña empatía. Quizá porque al final, no sea
ni perdedor ni prepotente ni ignorante: sólo está en busca de su camino.