El
#MeTooMéxico no sólo es
de actrices, y por fin se expandió a ámbitos culturales y sociales. Detonó con el mundo de la literatura (tan pedante como machista, que casi es lo mismo), a través del
#MeTooEscritoresMexicanos. No importa el talento de la mujer, como lo que pueda ofrecer
con su cuerpo, profesan eruditos de la literatura mexicana. Otros reconocen sus errores, aparentemente, y quieren ayudar.
Este artículo analiza la reacción de un escritor señalado, Herson Barona, quien maneja un persuasivo discurso. Está acusado de abuso sexual, violencia física, psicológica y manipulación, por varias mujeres. No sólo estamos ante un tipo abusador y agresivo, sino ante un escritor que, evidentemente, sabe utilizar las palabras. En su perfil de Facebook escribió un pronunciamiento, con una doble o hasta triple intención. Desde su carrera como autor, niega las acusaciones (pero reconoce sus actitudes que pudieron lastimar); se muestra dispuesto para apoyar a las mujeres e incluso, advierte los daños de "estas prácticas" para la sociedad. Se refería al acoso, ¿no? ¿O en serio a las denuncias?
No se aleja de lo dicho por
Aziz Ansari tras su regreso
al stand-up, en admitir sus errores pero mantener como eje su carrera profesional, que temía desapareciera (Por Dios, si Kevin Spacey regresará en cualquier momento. Ya lo hizo con un video y fue nota. "Salir" de la mirada pública y volver, vende). Como con Ansari desde el "lamento sincero",
Herson Barona repite lo mismo: la obra importa igual o más que lo provocado en las mujeres. Porque obvio, el hombre es creador y tiene una carrera construida, la mujer sólo siente.
La primera frase apunta a que por estas acusaciones, no pudo presentar su libro. Si se trata de jerarquizar, es lo más importante, y desde ahí coincide en que se cancelara la presentación. En la siguiente idea vuelve a mostrar su apoyo, pero contextualiza con el
“escrache” (manifestar públicamente quién es un agresor). No demerita esta herramienta y la reconoce como la única vía, pero para llevarla hacia su objetivo personal, negar las acusaciones de violencia física.
Planteada la complejidad del asunto y la negación de las acusaciones, las ideas siguientes van sobre aceptar su responsabilidad, pero porque “somos parte” de una
sociedad machista. Ahora está en un
"aprendizaje continuo", donde reconoce sus errores, los cuales ejemplifica con actitudes dañinas que se esfuerza por no repetir. En apariencia, está dispuesto a ayudar, pero esto va en función de si puede hacer algo o las mujeres se lo piden.
La conclusión refuerza las ideas anteriores, así como la imagen con la que busca lo recuerden. Que quede claro que
no soy violento, subraya, niego las acusaciones (otra vez), y lanzo una advertencia. Estas "prácticas" (¿los acosos o las denuncias?) sólo conducen al dolor y resentimiento social, y afectan a todos, no sólo a mí. Porque no se podía despedir sin ser el hombre que instruye y prevé lo que sucederá.
Es absurdo cuestionar si es responsable de las acusaciones, ya que hasta él las admite (
sólo la violencia psicológica). Sin conocerlo personalmente y sin contexto, cualquiera se llevaría la idea de que no sería un hombre capaz de pegarle o violar a una mujer, pero sí que la haría sentir
menospreciada. El machismo invisible que la mayoría ejercemos, y que no debe existir. Lo inquietante es cómo oculta sus verdaderas ideas en el discurso. Cada argumento tiene un “pero” y el que sería el más importante, estar dispuesto a ayudar, lleva la condición de si se lo pide una mujer.
Las mujeres son las afectadas y por eso se refiere a ellas, pero también porque sería poco probable que soliciten algo, por las repercusiones provocadas (quizá un alto a la violencia, o un cambio real y profundo, que duela). Tal cual, pensemos que alguien nos golpea, luego pide disculpas y dice ¿qué puedo hacer para remediarlo? ¿Pues qué espera que respondamos? El daño ya está hecho, quizá se le concede la disculpa, y ahí justo inicia el proceso personal para no reincidir. No sé si una mujer pida algo, pero el propio hombre sí puede actuar.
Eso es lo que la mayoría de los hombres señalados no están haciendo, explorar cómo desaprender el machismo. No sólo reflexionarlo con palabras, sino con el necesario apoyo de organizaciones que ofrecen talleres prácticos (en México, están GENDES y #demachosahombres). Si Herson Barona ha participado en uno de ellos, algo no está resultando. Porque si en verdad está dispuesto a cambiar, esa debe ser una de sus preocupaciones, no la presentación de un libro.
Algunos dicen que la literatura abre mentes. Ojalá que esto sea el inicio para expandirlas, al mostrar el machismo que aún pervive en cada ámbito del país. Ese que también daña a hombres, pero antes busca destruir el cuerpo y la mente de las mujeres, con agresiones físicas y psicológicas. Si ese es el poder real de la literatura, por fin habrá servido de algo leer libros, y no para romper al otro como principal objetivo.