Gabriel Bauducco y sus entrevistas a músicos, actores, políticos, donde revela al humano detrás del personaje
La gente pública que vive desde su personaje construido, debe vivir bien. Eso se cree. Ya por alcanzar la fama o el éxito, no deben sufrir. ¿Por qué lo harían? Adiós emociones negativas, hola sonrisa permanente. Cuando a veces es
todo lo contrario. Y hay un libro donde actores, músicos, políticos, periodistas, escritores y deportistas, se quitan la máscara. Ahora flotan solos y, si pueden, se mantienen en equilibrio.
Al desnudo, lección de entrevistas por Gabriel Bauducco
Al desnudo es una antología de entrevistas, realizadas por el periodista mexicano Gabriel Bauducco. O mejor dicho, es una joya abrigada de humanidad. Porque dentro de estas páginas, que en 2018 cumplieron 10 años de publicarse, viven personajes universales de la cultura popular mexicana, que lo mismo aman como sufren. Al mismo tiempo, son ídolos, líderes y mitos. A todos ellos, Bauducco, con un estilo tan punzante como humano, los hace hablar como si estuvieran ante un amigo. Y la soledad aparece a la vuelta de la esquina.
La lista de personajes que desfilan no tiene pierde alguno. Entre ellos, Jacobo Zabludowsky, Guadalupe Loaeza, José José, Silvia Pinal, Verónica Castro, Ana Gabriela Guevara, Julieta Venegas, Chespirito, Carlos Cuáuhtemoc Sánchez, Joaquín López Doriga, Elena Poniatowska, Paquita la del Barrio, Jorge Emilio González, Adela Micha, Jorge Kawaghi, Alex Lora, Rosario Robles y más, en total 40 personalidades. Algunos con revelaciones que sorprenden, otros con lágrimas y tristeza.
La soledad, uno de los ejes de las conversaciones, no se debe confundir con la de estar solo a
sentirse solo. Esta última es la que predomina. Una que trata sobre aceptación y querer ser reconocido; pero también la que desconoce qué hacer con el éxito, ni se lo explica; la que quiere expresarse a través del llanto; o la que desea compartirlo con alguien, así como la que creía haber encontrado esa compañía.
El principal tema es que todos quieren saberse como personas que importan, para su entorno o para la sociedad. Porque al final son eso, personas como cada uno de nosotros, aunque eso se olvide al pensar o acercarse a ellos, interponiéndose el personaje. Aquí, Bauducco arranca lo que hay detrás de esa ficción, en busca de lo real, donde habitan las emociones.
Las personas públicas se desnudan
Así, vemos a una Guadalupe Loaeza que explica cuál es la diferencia entre ella y las mujeres de clase alta que retrata en sus libros.
Yo siempre estoy endeudada por tonterías. Ya sabes, porque me compro un reboso de seda, pero ellas se endeudan porque compran una pintura de Tamayo... Soy una mujer de trabajo, mis amigas no, ahí está la diferencia.
O Ana Gabriela Guevara que acepta que, de ser lesbiana, lo aceptaría y presentaría a su pareja.
Claro, definitivamente. Y ya estoy acostumbrada a que hablen detrás de mí... Puedo estar sentada aquí platicando contigo y darme cuenta si a veinte metros hay alguien que está hablando mal de mí. ¿Sabes qué? Prefiero que venga alguien y, de frente, me diga: “Mira, yo creo que tú tienes cara y cuerpo de muchachito”. Entonces le digo que no opino igual que él y listo.
O Verónica Castro que se arrepiente de haberse exhibido tanto, durante su etapa como conductora en Televisa.
Lo decía, pero no pensaba. ¡Tengo la boca tan grande! Ese fue un grave problema. La gente se enteró todo el tiempo de mi vida privada. ¡Yo decía todo en cámara!
Un José José que, contrario a su canción "Lo pasado, pasado", habita totalmente en el pasado. En este fragmento, recuerda cómo en su infancia sólo tenía un amigo que quería jugar con él dentro de su casa, porque sus padres no lo dejaban salir y los demás niños no querían jugar.
... Tarde o temprano te das cuenta que, a pesar de que lo que a uno le pasa siempre parece "peor", en realidad es normal. A mucha gente le pasa lo mismo y nadie lo cuenta en las revistas. ¡Es normal que no te dejen salir a jugar a la calle!
-Veo que sigue marcado por aquella anécdota.
Es que... Es más que una anécdota.
Un “Chespirito” que se compara los Beatles, tras el resurgimiento y la repetición de sus programas, “somos dos los casos que hemos experimentado este resurgir. Uno soy yo. El otro son los Beatles. Venden ahora más discos que nadie”. Ante la pregunta sobre las personas que decían que su humor era elemental, respondió:
Esas personas son elementales y rudimentarias. Mis programas han tenido una calidad de comedia superior a muchos.
O lo inevitable que resulta para el bestseller Carlos Cuauhtémoc Sánchez, hacer juicios y escribir superación personal.
... Aquí, quizá, lo que hay que hacer es no escribir sobre, sobre... Eh... Temas de superación. Porque cualquiera que escribe esto hace juicios.
-Pero... ¿No es eso lo que usted escribe?
Sí. Y finalmente no lo voy a dejar de hacer. No lo puedo evitar.
Una Paquita la del Barrio sobre el por qué la gente dice que es una mujer que está muy sola.
Pues sí, porque así me siento. Sola... Muy sola. O sea, estoy rodeada de mucha gente. Gente que viene a verme, que me abraza y hasta me dice que me quiere mucho. Pero dentro mío, bien adentro, siento la inmensa soledad... A la soledad de no tener un auténtico compañero.
Y Rosario Robles también tuvo esa pregunta, si se sentía sola.
Pues(hace una pausa) a veces sí... Muy sola. Sí.
-¿Y qué hace en esos momentos?
Leo, escucho música, le hablo a mis amigos y amigas. Estoy con mi hija. Y a veces aguantar mi soledad, porque... Porque es parte de la vida.
Poco después, Bauducco le pregunta si cree que los hombres le tienen miedo.
Mira (se pone colorada, comienza a reírse y no para).... No es precisamente miedo lo que creo que me tienen. No, definitivamente no es miedo lo que sienten por mí.
Un Víctor Trujillo que, extrañaría a cualquiera, entra en un estado de melancolía que no puede esquivar.
-Antes de esta charla, hubiera sido difícil imaginarte llorando. Pero ahora, lo veo muy posible.
Cada vez lloro con más facilidad. Nunca creí que llegaría el día en que mis hijas me taparan en la noche porque yo me dormí antes que ellas. Y ya pasa. Como pasa que me entero de que alguien atropella a unos niños en Ecatepec y no puedo dormir. O que estoy viendo una película y en el final me gana el moco. Entonces trato de que no se note. Sin éxito, desde luego”.
El 2018 de Cristina Pacheco, Alex Lora y Joaquín López Doriga
Dentro de todos estas personalidades, resaltan tres que en 2018 celebraron su aniversario como profesionales. Alex Lora y Joaquín López Doriga cumplen 50 años de trayectoria, mientras que Cristina Pacheco, 40 años como periodista. Las confidencias de los tres explica el por qué y cómo siguen con semejante recorrido en sus ámbitos.
Un Alex Lora que, en el momento de la entrevista cumplía 35 años de carrera, se veía como un adolescente. Tal vez con los 50 que suma este 2018, se sienta igual.
-¿Por qué dijo que el rock es la fuente de la juventud eterna?
Porque los rockanroleros somos adolescentes toda nuestra vida.
-Entonces usted se siente adolescente.
Sí, en ese y en otros sentidos. Y así soy feliz.
-Mucha gente, en la adolescencia, no sabe lo que quiere.
Bueno, yo... (comienza a reírse y no para).
-Usted tampoco sabe ahora, claro.
No (se ríe). Pero no tengo bronca con eso. Así es que me la paso a gusto, aún sin saber.
O el conductor de noticieros (y profeta) López Doriga que, cuando se realizó la entrevista, parecía tener señales de que dejaría de conducir el noticiero estelar de Televisa (estuvo desde el 2000 y permaneció hasta 2016).
Crees que subir y bajar es algo que le sucede a los demás, pero no a ti. Eso pasa cuando uno tiene de veinte a treinta años y tiene derecho a estar equivocado. Pero cuando ya has estado abajo y has tocado fondo, quizá estás de regreso en todos los sentidos. Entonces ya no te preocupa volver a caer. -¿De veras no le preocupa? No. Porque es más importante el regreso. Además es muy probable que yo vuelva a tener un tropezón, pero una caída ya no. -¿Lo dice por seguridad o por soberbia? Es que yo puedo dejar de hacer un noticiero de televisión. Pero eso ya no es una caída. Podría haberlo sido antes, cuando yo era más joven, pero ya no.
Y por último, la gran Cristina Pacheco. Se le podrá cuestionar y reprochar lo que sea, pero nunca la pretensión que transmite. Esa presunción que muchos comunicadores y periodistas, que "interpretan la realidad", la disparan como proyectiles a cada instante.
-Después de veinticinco años en el periodismo, ¿hizo ya la lista de lo que no quiere volver a hacer?
Yo no quiero disfrazarme de nada. No quiero disfrazarme de teórica, ni de sabelotodo, ni de intelectual, porque no lo soy en el sentido clásico de la palabra. No quiero disfrazarme de académica, para que me tomen más en cuenta. Quiero morirme sabiendo de que tamaño fui. Yo sé cuáles son mis limitaciones. Pero no quiero que eso me asuste. Ni que me haga sentir culpable por no haber podido solucionar esas falencias. ¿Que si me equivoque en el ejercicio del periodismo? Pues sí, algunas veces. Sobre todo cuando me ganaron los nervios.
Conclusiones y no más desnudos, por favor
Este libraco, repito, es una joya. Bastó tomarlo, leer la contraportada y un inicio de la entrevista a Paulina Rubio(que ella termina cuando le pregunta si consumió drogas alguna vez), para saberlo. Su valor radica en la serie de historias que hilan los personajes, impregnadas de gozo, decepción, engaños, esperanzas, risas, vida. No sólo es de las obras que más he disfrutado leer, sino que me parece una lección de entrevista y de conversación, de cómo acercarse a las personas e interesarse honestamente por ellas.
Porque nada de personajes, sino personas. Esa era la clara motivación de Gabriel Bauducco, extraer el alma de sus entrevistados. No todos se abren, sería un Dios si lo lograra. Pero aún así, traslada a seres que muestran lo que hay detrás de la capa, algo que la mayoría guardamos. Por un absurdo temor de no saber
vivir con el dolor. Por un pasado y futuro que revolotea por la mente que, aquí demuestra, ni la fama ni el reconocimiento ni el dinero, menos la creación de un personaje, puede superar.