El apego y la identidad, es sólo uno de los temas de 'Dublinesca', la novela de Enrique Vila-Matas
Dublinesca la protagoniza Samuel Riba, un personaje que cae en una aparente depresión tras terminar su carrera de editor literario. Se inserta en una novela donde, parece, no sucede nada más que la constante repetición de estar ante un hombre triste. Ese al que ya le quitaron todo en lo que creía, o sea la literatura en papel, ahora sustituida por el mundo digital, con las voraces conexiones que vivimos en el día a día.
Lo que más aflige a nuestro protagonista es recordar las obras de autores que publicó, muchos de ellos escritores reconocibles en la actualidad. Y una duda mortal. Si encontró al gran escritor. No, ¡pues qué mortal!, diría cualquier mortal. Así es la vida, añadiría, las cosas se van y se remplazan por otras. Más aún si es consciente de que el apego a cualquier objeto o persona, es lo peor que le puede hacer uno al corazón.
El apego y el sufrimiento narcisista, podría ser uno de los grandes temas de la novela. Fruto de estar tener a un personaje que, antes de estar solo, busca el cariño de los demás a como dé lugar. Perdió su identidad, si es que tuvo alguna, al reconocerse en sus autores publicados, pero sin saber quién era él.
Así, se presentan escenas donde vemos a un personaje miserable, con cero simpatía y en búsqueda del aprecio de sus amigos. Evidentemente, ellos lo hacen a un lado al ver a alguien que sólo provoca compasión, más que cualquier otra sensación. Pero de forma extraña, de aquí brotan situaciones de humor, incluso resultan los pasajes más divertidos de la novela.
Pero cómo respira melancolía la historia. Y desde ahí, inhala seriedad, humor, y reflexiones literarias. Todo para mostrar la angustia del ser, determinada por el pasado y el futuro de hacia dónde irá nuestra vida y si podrá cambiar al viajar a otro país. A ese mundo inagotable dónde imaginar situaciones que nos hagan sentir cómodos. Esto contrasta con el budismo que surje en el personaje de Celia, esposa de Riba, que incluso sugiere que su sufrimiento es absurdo, al llevarse por los deseos del 'Yo', que podrían ser alejados con una forma de vida más relajada y sin presión creada.
Ignoro si Enrique Vila-Matas tomó en serio a Samuel Riba (es la primera vez que leo algo de él). Lo digo porque hay burla hacia este personaje, pero también una personalidad de lástima que se combina con ternura. Lo expone un narrador que abunda en referencias literarias, encabezadas por los escritores Paul Auster, James Joyce y Samuel Beckett (sobre cómo hacer literatura, el acto de leer y escribir una novela), placeres obtenidos de éstos autores y ahora perdidos, porque así los desea ver él.
Dublinesca posee una riqueza de temas, sugerencias y sensaciones que van más allá de su simple argumento. Parten del humor y la frustración, pero también de los pensamientos sobre la novela y la literatura. Seguramente, para disfrutar estos últimos en su totalidad, y lástima, se deba conocer y haber leído a los autores citados (Auster, Joyce y Beckett). Esta no es una situación que margine a un lector primerizo, ya que la historia es sobre la humanidad. Esa donde habitamos y que, en la mayoría de las situaciones, continuamente "sufrimos", pero porque así lo decidimos, como también elegimos no reírnos de ello.