Un reportaje sobre los programas culturales de las delegaciones de la CDMX más violentas y con más presupuesto económico. 1 de 3
Un reportaje sobre la delincuencia
en la Ciudad de México
y la cultura inexistente para combatirla
Ésta es la primera parte de tres
1. El cine y la literatura intentan capturar personas
Una película se proyectaba en la plaza de “La Aguilita”, dentro del barrio de La Merced. Era ¡Qué viva México!, del cineasta Serguéi Eisenstein y entre sus espectadores había cargadores, pepenadores, indigentes. De fondo, una banda de jazz. “La gente reaccionó de una forma inmediata a lo que veía y escuchaba”, relata Claudia Ocampo, profesora del taller Videodocumental, en el Faro Aragón, quien presenció dicha escena.
El barrio de La Merced pertenece a la delegación Cuauhtémoc, la cual registró -de enero a abril de 2017-, el mayor número de delitos por cada 100 mil habitantes, con 226.2, de acuerdo al informe de estadísticas delictivas de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México. El Faro Aragón, ubicado en la delegación Gustavo A. Madero, registró en el mismo periodo 1,492 averiguaciones previas, con el 18.3% en delitos de alto impacto (homicidio doloso, violación, secuestro, robo a transeúnte, a casa habitación, a pasajero dentro del metro, entre otros), el porcentaje más alto que comparte junto a delegaciones como Iztapalapa y Xochimilco.
De 3 a 6 de la tarde, atraparía personas. Las mamás dejan a los niños dentro de la biblioteca, ellas esperan afuera. Hay maestros que no les gusta leer y les piden a sus alumnos que lean libros. ¿Cómo ganar lectores?, se preguntó la bibliotecaria. Recurrió a que la pantalla abriera sus programas básicos que todos debían conocer. Quizá le comería la vista a más de uno. Pero de 6 a 7, la computadora dejaría de hacerlo, porque habría un espacio para la lectura. Y así, verías las cosas por ti mismo. Tal vez te preguntarías por qué primero te presentaron con una computadora cuando antes había un mundo de historias que te hablaban desde el papel.
“Paramos el curso de computación a las 6…”, dice la bibliotecaria Martha Julia Cruz, de la biblioteca “Alejandro Aura”, dentro del Faro de Oriente, en la delegación Iztapalapa. “Son ganchos que tenemos que ir formando porque si tú le dices a la gente ‘Tenemos una presentación de un libro’, nunca vienen… Si los niños no ven a los papás o a la familia que lea, pues es difícil. Se educa más con el ejemplo que con la palabra”.
Las delegaciones con más averiguaciones previas durante 2016 fueron Cuauhtémoc, con 27, 838, Iztapalapa con 27, 263 y Gustavo A. Madero con 17, 766, las dos últimas con el mayor porcentaje de delitos de alto impacto, con 21.4% y 22.8%, respectivamente. Estas delegaciones contaron con el presupuesto asignado más alto para el 2017, aprobado por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. A la delegación Iztapalapa se le concedió 4,164 millones de pesos, a Gustavo A. Madero 3,571 millones y a la delegación Cuauhtémoc 2,832 millones. Dentro de los 15 programas sociales y culturales que suman las tres delegaciones, ninguna plantea programas con un presupuesto definido para fomentar el cine y la lectura.
Las leyes mexicanas para ver películas y leer libros
En 2008, la Cámara de Diputados aprobó la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro, la cual indica que ninguna autoridad federal, estatal, municipal o del Distrito Federal podrá restringir la difusión y promoción de libros. Asimismo, existe la Ley de Fomento al Cine Mexicano en el Distrito Federal, publicada en la Gaceta Oficial del Distrito Federal el 17 de febrero de 2009. La ley señala en su artículo 7º que las autoridades encargadas para su aplicación son: El Jefe de Gobierno del Distrito Federal; la Secretaria de Cultura; PROCINEDF; las Delegaciones.
En una solicitud de información pública a las delegaciones con mayor índice de delincuencia durante 2016 y con mayor presupuesto para 2017 (Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Cuauhtémoc, Venustiano Carranza y Benito Juárez), se les solicitó la información, en preguntas independientes, cuáles eran las acciones específicas para el fomento a la lectura y la promoción del cine mexicano.
Las únicas delegaciones que respondieron fueron la delegación Venustiano Carranza y la delegación Cuauhtémoc, aunque ninguna de las dos plantea acciones dentro de los programas sociales. La respuesta de la delegación Venustiano Carranza fue: “Se implementarán funciones de cine en los espacios del Centro Cultural Carranza y Casa de Cultura Enrique Ramírez y Ramírez de manera cotidiana”, mientras que en el fomento a la lectura resaltan que la Secretaría de Cultura entrega cajas de libros y revistas a las 24 bibliotecas de la delegación. Además de la promoción de la plataforma de préstamo electrónico de libros DigitaLee, la cual es una iniciativa propia del gobierno federal y la Secretaría de Cultura.
La respuesta de la Delegación Cuauhtémoc fue que realizan constantemente la exhibición de películas, documentales y cortometrajes a través del ciclo cultural “Cine Debate” en Casas de Cultura, Centros Culturales y otros Espacios Públicos, además de promover diversos espacios públicos de la delegación a través de las producciones cinematográficas nacionales. Sobre la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro del Distrito Federal, contestaron que se realiza presentaciones de libros, presentaciones de revistas literarias, así como la realización de recitales literarios, sin especificar en qué lugares suceden éstas.
El Fideicomiso ProCineDF, adscrito a la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, es un programa que no sólo se enfoca en el desarrollo de productores, creadores y exhibidores de películas mexicana, a través de estímulos financieros, sino también en la promoción del cine mexicano. Sin embargo, en una solicitud de información pública sobre las líneas de acción y el presupuesto, la dependencia cultural de la Ciudad de México sólo respondió sobre el presupuesto asignado para 2017, el cual fue de $ 3, 600,000.00.
“El cine es una expresión artística y como tal cumple una función social. Comunica, une, cuestiona, siembra ideas en la sociedad. Crea cultura”, comenta el crítico de cine Alejandro Alemán, quien afirma la importancia de que el Estado apoye la producción cinematográfica, ya que una de sus funciones debe ser la promoción de la cultura.
Ver películas y leer libros sería un derecho que tendría cualquier persona, pero a pesar de que sean dos de las narrativas, junto a la televisión, donde se accede a la mayor cantidad de historias a partir de las que nos relacionamos e incluso basemos nuestras aspiraciones, se encuentran limitadas para su consumo. Si la casa es el primer contacto con nuestra educación y cuando somos pequeños, en la mayoría de los casos, vemos televisión y películas infantiles antes de saber leer y escribir, estamos condicionados a preferir una historia visual que en palabras.
Se habla que si en el entorno familiar no existe un gusto por la lectura, es difícil que se genere afuera, ¿pero entonces cuál es el propósito de los planes de fomento a la lectura? Si en la casa algo falla, la escuela y el gobierno están para reforzar esas deficiencias, y viceversa. Pero tal parece que son entes separados, además de funcionar sólo para conocedores, porque quién, en la Ciudad de México, va a ir a una presentación de un libro o revista literaria, si desconoce la capacidad de las historias de los libros, las cuales estarían a la altura de cualquier película o serie de ficción.
Peor aún que las calles de la ciudad estén inundadas de anuncios y promocionales de “Lee 20 minutos al día” -una campaña privada comandada por el Consejo de la Comunicación Voz de la Empresas, en la que actores, cantantes, deportistas y escritores aparecen en fotografías acompañados de una frase, que puede ser “Lo que importa está en tu cabeza”, pese a que ellos salgan retocados en las imágenes, sin nunca argumentar por qué leer 20 y no 10 o 30 minutos-, y no exista ni un solo promocional de “DigitaLee”, la campaña de la Dirección General de Bibliotecas de la Secretaría de Cultura que ofrece un préstamo electrónico de libros, la mayoría novedades que no suelen tener precios nada económicos y aquí, son gratuitos.
Para acercar la cultura a través de historias a los jóvenes que afuera han visto una vida en qué creer, ya que nunca se les presentó otra, se necesitan guías que los hagan comprender el por qué ciertas acciones no los llevarán a nada, porque si hay quien guía al encender la televisión, poner el canal de caricaturas y sin decirle al niño, dejarlo ahí frente a la pantalla, o bien le dice que lea 20 minutos al día, sin explicarle cómo o por qué debe hacerlo, es necesario que exista otro tipo de orientador.