Animales Nocturnos, de Tom Ford es un thriller que engaña sobre la historia que se ve, con un guion lleno de exquisita metaficción
El diseñador y cineasta Tom Ford hizo de
Animales Nocturnos una película que inquieta, seduce y enfrenta al espectador con lo que ve. Su atractivo produce una distracción sobre lo que quiere decir y cuál es la historia principal. La de Amy Adams como Susan Morrow, una galerista que lee la novela que le envió su ex marido escritor, Jake Gyllenhall. Por si faltaba algo, los dos protagonistas logran interpretaciones envolventes.
El filme, estrenado en 2016 y con una duración de 117 minutos, es una constante disertación sobre lo que hay detrás. Ford utilizó escenarios oscuros que mezclan el arte y el glamour, para atormentar a su reparto de lujo. Vemos a una inquieta Amy Adams sumándose al siempre raro Jake Gyllenhall, junto a los duros Michael Shannon y Aaaron Taylor-Johnson. La elección de actores se concilia con la notable historia, que se basa en la novela de culto
Tres noches, de Austin Wright, y que
nada impactó tanto al propio Ford como su poder sugerente. Y en su momento, también elogiada por escritores como
Saul Bellow o Ian McEwan.
Y cómo no lo iba a impresionar, si esta idea original insinúa que lo que sucede en la propia novela, aquí obviamente titulada Animales Nocturnos, también puede ocurrir en la vida de Susan. La cinta resulta un espectáculo de lucidez literaria y visual, que aumenta su gozo al terminar de verla. De conclusión abierta, permite teorizar lo que sucede con la historia, una muestra de la riqueza de su guion, que así como deslumbra también quiere decir algo.
Al explotar el potencial de su originalidad, aprovecha para hablar de reencuentros y el significado de la felicidad, a veces mucho más hondo de lo que se ve. Tom Ford, a quien se le cuestionaba su capacidad como cineasta, aprovechó la calidad de sus actores para mostrar a una Amy Adams que conjuga distintas actitudes, como el arrepentimiento y resentimiento, y complica su personaje aún más. De paso, un Jake Gyllenhall que así como se muestra torpe, puede explotar. La provocación, siempre en dualidad en historia y significado, incluye una banda sonora que entre el suspenso y el horror, dinamita el tono de su propuesta.