Philip K. Dick escribe en "Fluyan mis lágrimas, dijo el policía" una novela sobre la identidad, las drogas y el reconocimiento que buscamos
Tras un
fallido atentado, Jason Taverner -astro de la TV, admirado por más de treinta millones
de televidentes- despierta en la habitación de un hotel, con veinticinco mil dólares en el bolsillo,
pero sin ningún
documento de identidad que le permita sobrevivir en un mundo
en el que,
cuando la policía se fija en uno, jamás le olvida totalmente.
Reseña:
Una
novela que se disfruta por cómo Philip K. Dick. desarrolla el
concepto de identidad. Toma a Jason Taverner, músico y conductor
de su propio programa de televisión para, de un día a otro, desaparecerlo de la
tierra. Pero lo lleva hacia una realidad alternativa, donde nadie lo reconoce en
las calles. A él, ¡la estrella de televisión que conduce su popular late nigth en la NBC!
Sin documentos que demuestren su
existencia, esta imagen seduce y sentencia: sólo eres algo si tienes una cara reconocida, o sales en televisión y eres "famoso". Incluso si no cuentas con una tarjeta que te identifique con tu nombre, no existes. Así emerge una trivialidad comúnmente dentro de la sociedad, más aceptada y nociva de lo
que parece, donde habitan los indigentes.
Si algo destaca de la novela es cómo seguimos la
búsqueda de Taverner por saber una explicación a su
inexistencia. Aparte de presenciar los métodos hasta dónde puede llegar
para recuperar por lo que ha luchado: ser reconocido.
Así, el lector
asiste a un ambiente de angustia e incertidumbre, en compañía de un
personaje que refleja inseguridad y ternura. No hay duda de que Dick
teje muy bien la historia para que el lector permanezca y se pregunte
qué llevó al protagonista a dónde está.
En cuanto a las imágenes
sugerentes de ciencia ficción resalta la forma como se diferencian los
seres humanos o la importancia de la cantidad de drogas –vitales para la
construcción y resolución de la trama. Fuera de la recreación de las
imágenes, son éstos momentos de reflexión donde más brilla la novela. Y
la crítica hacia la función de la policía, quien en ocasiones parece
estar para temer de ella que para ayudar.
Si hay un punto
negativo en la novela es la cantidad de personajes secundarios que
Philip K. Dick utiliza -en ocasiones, sin una caracterización que
permita diferenciarlos unos de otros. Esto es algo que le sirve para
alargar la trama y extender una historia que quizás puede resolverse en
menos páginas. Además de tener la sensación que la novela no va para
ningún lado, con personajes -importantes al inicio de la historia-
olvidados. Si bien –de cierta forma- esto logra catapultarse en la
conclusión de la historia de una forma brillante.
Fluyan mis lágrimas, dijo el policía
es una novela que debe leerse para reflexionar bajo qué condiciones
creemos y proyectamos nuestra forma de ser y sentirnos en el mundo. Sin
olvidar cómo la sociedad y las autoridades influyen para tener estas
sensaciones. Además de la concepción de las drogas como eje (no siempre
favorable) para cambiar la realidad.