¿De qué va?

Estos dieciocho relatos fulgurantes, certeros, magistrales, nos llevan una vez más a un territorio ya familiar para los lectores de Sam Shepard, una América que es un puro paisaje fronterizo, más allá del cual no hay adónde ir, o adónde huir. 

Sam Shepard tiene relatos que dejan a uno atónito tras su lectura. Y es que poseen una acción y ritmo en situaciones que, cuando menos se espera, han terminado. Así acaba los relatos Sam Shepard. Es como si dijera: "Entremos a la casa de esta persona, conozcamos un poco de sus problemas, empaticemos con ella... Muchas gracias, hasta aquí ha sido la visita".

El principal encanto de los cuentos es que sucede algo que no se espera. Nunca se vislumbra que el desarrollo del cuento vaya a ser ése que vemos ante nuestros ojos. Entonces, Sam Shepard cautiva por la forma cómo llega al clímax y cómo lo destroza sin romperlo, ya que el hecho sigue con vida y una de las cosas que se desea es saber qué diablos sigue con la historia.

Shepard tiene cuentos en verdad buenos. El que más me impresionó fue "Coalinga a medio camino"; después me gustaron mucho "El hombre que curaba a los caballos", "Un trozo del muro de Berlín", "Los gatos de Betty", "Viviendo según el cartel", "Concepción", "No era Proust", "Una pregunta injusta", "El gran sueño del paraíso", "Todos los árboles están desnudos". 

La cantidad de títulos que destaco puede parecer sólo eso, nombres. Pero si se ven uno por uno tienen la capacidad para resaltar por sí solos en cualquier antología de cuento. Creí que los 18 relatos que componen el libro me habían gustado, pero veo que son 10. Siempre es complicado encontrar un libro de cuentos perfecto, también existen las historias grises, pero aquí Sam Shepard las hace olvidar o incluso que ni se piense en ellas.