Argumento:
En estos cuentos, escritos entre 1945 y 1952, la desbordante imaginación del ya mítico escritor Boris Vian parece no imponerse límites: desde el lobo-hombre que, invirtiendo la conocida leyenda del hombre-lobo, "se estrena" en un hotelucho de Montmartre hasta la bailarina del Bronx, que sólo se excita atropellando a perros y personas con un taxi, todo es posible. También circulan por estos relatos pícaros, chorizos y chiflados de toda índole, fauna pintoresca de gente rara que a Vian le sirve para crear esas situaciones grotescas, absurdas e hilarantes que le son tan familiares y que nos invitan a compartir el frenético mundo de la inmediata posguerra en el que él agotó su corta vida.
Opinión:
Este
libro tiene historias cotidianas-realistas con uno que otro elemento
surrealista —que se dice— caracterizaba a Boris Vian. En algunas de
éstas se hace uso del lenguaje rebuscado aunque son más las que están
dichas de manera sencilla. En ese aspecto hay un buen balance y
combinación entre estos dos tipos de lenguaje, pues no es muy simple ni
tampoco pretencioso.
Lo que me gustó del estilo de Boris Vian es que te transporta y te hace sentir en ese ambiente de los años 40 y 50, que no lo viví pero sé cómo es a través de lo que he consumido de los medios de comunicación (televisión, cine, fotografía).
Sus historias se sienten un tanto como de película en blanco y negro de dicha época. Mencionar su humor, con momentos del mejor humor refinado y un tanto absurdo —a veces burlón— que me hizo recordar a Woody Allen y P.G. Wodehouse. Tiene en verdad partes chispeantes en sus narraciones, son exquisitas.
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Boris Vian |
El inconveniente que encuentro -completamente por gusto personal- es que no es el tipo de historias que me gustan
—realistas-fantásticas a lo Etgar Keret y sin la -a veces parece- necedad de meter algo de "locura" o surrealismo para que parezca algo
"raro" o simplemente loco.
En fin, me gustaron algunos cuentos y éstos son: "Martín me
telefoneó", que tiene muy buen ritmo, "Los perros, el deseo y la
muerte" y "El peligro de los clásicos", que también tienen lo suyo.