Argumento:
Dos disparatados adolescentes, Christopher y su amigo Toni, se dedican a
observar, con agudo ojo cínico, los diversos grados de chifladura o
imbecilidad de la gente que les rodea: aburridos padres y fastidiosos
hermanos; futbolistas de tercera y visitantes de la National Gallery;
futuros oficinistas y bancarios empedernidos; y, sobre todo esa fauna
que viaja cada día en la Metropolitan Line del metro de Londres. Todo
aparecerá enfocado a través de los prismáticos de su despiadada crítica
de imberbes, ante la que no se salva nadie, ni siquiera Dios.
Opinión:
Una novela que es cortita y se lee rápido. El libro es mucho más que esa sinopsis lamentable. Yo creí que todo el libro se la pasaría hablando de la adolescencia y de cómo observaban a la gente. Pues no, se divide en tres partes de la vida del protagonista, pero aún así creo que no hay pierde.
La personalidad de los adolescentes sí es algo particular pero no tan "disparatada" como la ponen. Ahora, cuando leí a los personajes femeninos me detenía un momento para pensar y decir "¡Qué loco!". Increíble la caracterización y los diálogos que decía cada una(Annick y Marion). Pero en especial el personaje de Annick fue el que me gustó, me sorprendía la naturaleza con que se desenvolvía, su sinceridad, era solo ella. Sin duda, estaba ante el mejor personaje femenino que había leído.
Es muy bueno el libro. Tiene partes que son admirables y para destacar, mayormente en los diálogos. Reiteró que hubo como tres o cuatro ocasiones que me quede meditando sobre un punto, no porque no entendiera sino porque decía "¡Increíble!". Pienso que Julian Barnes es ante todo un observador, con el mundo visto desde la realidad, sin ideas impuestas por los medios de comunicación. Claro que volvería a leer algo de él, aparte de que en otros de sus libros utiliza el protagonismo coral, el cual me gusta.