Vuela con el tren de la imaginación, conducido por Etgar Keret y estacionado en 'De repente un toquido en la puerta'.
¿De qué va?
Un
pez-genio capaz de conceder deseos, un agujero que conduce a una
dimensión desconocida en la que podemos vivir con las mentiras que
contamos, un hombre capaz de saber y decir por anticipado exactamente lo
que uno dirá tres segundos después, uno más que de tan aburrido se
sienta todos los días en un café y se hace pasar por alguien que no es,
una malograda fiesta sorpresa a la que asisten tan solo tres personas
que ni siquiera conocen bien al festejado.
Opinión:
Primer libro que leí de Keret y me encantó. Su imaginación, de lo más original, convive con su humor inteligente. A veces un poco negro, pero a lo judío, como Woody Allen. Sin pretensión de un lenguaje maravilloso, él atrapa con historias en verdad extraordinarias. Sin historia, bien lo sabe, no hay cuento.
Para subirse a este tren de imaginación, se debe estar dispuesto. Aquí viven cuentos increíbles e incluso estimulantes. En ese sentido, me recordó a varios cuentistas norteamericanos. El Padre, Donald
Barthelme, así como sus hijos George Saunders o Dave Eggers. Interesados en contar historias
ingeniosas e innovadoras. Todo este par, Keret incluido, han dado cursos de Escritura Creativa en sus países, y creo que la comparación lo amerita.
Pero de vuelta al toquido. Los cuentos que se me hicieron insuperables, son Pudín, Mystique y Mentiralandia, aunque este último más largo y un poco pesado. Los que me gustaron mucho: De repente un toquido en la puerta, Cerrados, Mañana saludable, Equipo, Mal karma, Pez dorado, Cena de condolencia, Más vida, Fiesta sorpresa y ¿Qué animal eres?
Etgar
Keret tiene cuentos de distinta calidad. Los magníficos que, cuando se leen, no se asimila lo fascinante de su trama. Y están otros, los buenísimos de argumento, pero tampoco para tanto. Y también otros que sin pena ni gloria. Por eso esta antología no me parece una joya, pero sí cómo concibe la literatura breve en este tipo de formato. Resulta impredecible y sólo por eso está para considerar.
En esta edición mexicana de la editorial Sexto Piso, la traducción está muy local. Algo llamativo, ya que incluye palabra como "chulo", "verga", "pedo", "cursi", y el
imprescindible "chingar". Poco común, es interesante cómo la editorial mexico-española acerca y se apropia de la ficción de Keret desde lo irreverente, lo cual permitiría entenderlo mejor.