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Big Brother es entrar en una de las casas más morbosas, frívolas y graciosas que ofrece el entretenimiento. Verlo es acordar un pacto sellado entre participantes y espectadores. Unos quieren fama a partir de una exagerada personalidad creada; otros quieren burlarse y olvidarse de sí mismos a costa de conocer las intimidades de los primeros.
Sin ignorar la fantasía dentro de la realidad, viene alguien a hacer una ficción de lo ya de por sí ficticio. Una miniserie de 5 capítulos sobre los participantes de un británico
Big Brother, pero con zombies. Se llamaría
Dead Set y detrás de ella estaba Charlie Brooker, quien años después crearía una obra revolucionaria que cambiaría el concepto de ficción televisiva. La propuesta: historias intimidantes que criticarían el uso de la tecnología, como es
la ya serie de culto Black Mirror. Desde su primer miniserie, el creativo inglés reformulaba conceptos, ya deformados, para hablar de la realidad. Ahora, sobre el control y la supervivencia dentro de El Gran Hermano televisivo.
Dead Set es una serie de zombies, sin duda. Pero también suenan ecos de suspenso y hasta ciencia ficción. Dentro de la acción propia de éstos géneros y los zombies que van de aquí para allá, se creería que es puro entretenimiento. Pero ya se vislumbraba la crítica social de Brooker. Es ahí donde destaca la miniserie, en ampliar las cámaras de algo tan reducido como replicar un reality show, a cuestionar la vigilancia y sobretodo, cómo sobrevivir a ello.
La lucha por la supervivencia dentro de un cuarto cerrado no sólo es cosa de un show o unos planes políticos. Porque, ¿qué acaso no debemos sobrevivir en nuestra casa, nuestra escuela, nuestro trabajo? Si no es el temor de lo que pensará la familia si se hace algo, es la necesidad para agradar a los demás y tenerlos a lado, o el temor a ser alguien, a sentir que somos importantes. Lo que más palpita en
Dead Set es la supervivencia física, pero no es lo único.
La miniserie de zombies es tan brutal en demostrar que ese peligro del que huimos y creemos se instala en los otros, no es más que la huida fácil para ignorar que el peligro está en nosotros mismos. Mientras haya personas que vayan contra los demás sólo por querer destacar y superarse a costa de sus semejantes, el peligro vive. Lo dijo Albert Einstein, el mundo no está amenazado por las malas personas, sino por aquellos que permiten la maldad. Quizá las personas reales, no muertos vivientes, seamos tan culpables de la lucha por ser importantes y por tanto, de nuestra supervivencia. Y de esto, nunca sale un ganador. No con un cheque de riqueza para el alma.