Como mucho se ha comentado en los medios, es reprobable e
injustificable el puñetazo de Miguel Herrera hacia Christian Martinoli. Pero
el análisis más llamativo lo hizo Jorge Vergara, quien no es precisamente el
más sobresaliente al momento de hablar de futbol y temas relacionados. El hecho
ocurrió hace unas horas en el programa Fox Sports Radio.
Dijo dos frases que me
parecieron brillantes:
“La reacción de Herrera no se entiende”.
En relación a que México había ganado la Copa Oro y lo menos
para hacer era celebrar y estar agradecido, todavía lo hubiera perdido se entendería
un poco el enojo y la agresión.
Y la otra frase:
“No por una copa de panzazo hay que aplaudir”.
Cierto, México llegó a la final, como bien se sabe, por
situaciones ajenas al desempeño en la cancha, lejos de explotar el material con el que contaba.
Ahora, tener la Copa Oro le daba a
Televisa el maquillaje perfecto para pintar la Selección Mexicana como un triunfo
ante los patrocinadores y cierto sector de la afición que lo que menos le
importa es pensar y hablar sobre futbol: sólo quiere verlo y consumirlo. Esta
pintura de Televisa se torna complicada de fabricar sin antes haber decidido
algo sobre el futuro de Miguel Herrera.
Lo que más me impresiona de todo este show (planificado por
Miguel Herrera, una vez más) es la atención que necesita esta persona: la
importancia que requiere para que los demás hablen y lo llamen a declarar y sea
tema, es insuperable. Creo que esa es la raíz de los conflictos que llega a
tener. Aparte de su nulo razonamiento. ¿Quién, en su vida de futbolista, piensa
que no va a pasar nada si agrede a alguien del medio? Hasta eso, son varios los
que hacen cosas así: tipos que no saben lo que están haciendo ni tienen una
idea de lo que implica ello.
Quizá Miguel Herrera pensó: “Voy a dar mi versión y todos me
creerán”. Además de sentirse protegido por Televisa y seguro de que le darán
buena imagen. Claro, como Televisa cada vez tiene mejor reputación entre la
sociedad y no necesita, primero, mejorar su propia imagen, pues todo está
hecho.
¿Miguel Herrera imaginó que al agredir a alguien había otra persona?
¿Una persona que también iba a dar su versión? Evidentemente no. El mundo de
Miguel Herrera significa Miguel Herrera. Y luego, ¿con quién se está metiendo?
No es un periodista deportivo al que apenas se le conoce, no. Es Christian
Martinoli, un comentarista con peso entre los aficionados y con una reflexión y
poder en las palabras mucho más grande que la impulsividad y educación de
Miguel Herrera. En cuanto a deseo de atención sí le gana Herrera. Y por mucho.
Es extraño e incluso preocupante este hecho. Si un personaje
público, un técnico de una Selección de fútbol, se dirige hacia un periodista
de la forma como lo hizo Herrera con Martinoli –que lo único que hace es
comentar lo que piensa del modo que a él le agrada; que no tiene porqué
gustarle a los demás ese estilo. Esa es la supuesta libertad de expresión- y
hace actos como los mencionados, puede hacer cualquier cosa. Lo amenaza, lo
golpea, lo advierte. ¿En serio eso suena como de una persona íntegra y medianamente
cuerda? Creo que se acerca más al personaje matón de película.