¿Hay duda en que Joan Rivers fue la mejor comediante de la televisión? Su humor dejó lecciones para disfrutar la vida.
“La vida es muy dura. Si no ríes, es muy dura”.
“Desearía tener una gemela, así podría saber cómo me vería sin cirugía plástica”.
Joan Rivers
Nunca me había impactado la muerte de un personaje público como la de Joan Rivers. No lo creía. Y más por alguien que, lo menos que provocaría, sería cariño. Siempre insultaba a personajes de la vida pública, con comentarios burlones y bastante ofensivos.
Pero Joan Rivers era mucho más que “Una tipa loca que hacía chistes ingeniosos”. Si se ve detenidamente cualquiera de sus apariciones en televisión, puede notarse las increíbles ganas de vivir que tenía: era aguda riéndose de cualquier cosa, era crítica riéndose de ella misma, era alegre y desternillante con lo que tuviera que hacer. Estas cuestiones se notaban más en su reality show, donde aparecía junto a su hija Melissa, en Joan & Melissa: Joan Knows Best?, ya que fusionaba el tono personal con su irreverencia propia.
Si algo resalta de Fashion Police, donde Joan Rivers conducía el popular programa de crítica de moda del canal E!, era su ambiente. Prevalecía una armonía natural difícil de encontrar en los programas de televisión. Esto se veía en el respeto que los conductores le daba a cada uno de sus compañeros al expresar sus opiniones. Después podía venir el chiste, pero nunca se interrumpían. Es claro que esto demuestra un valor tan importante como lo es escuchar, pero si este detalle se compara con los debates de información política o los programas de análisis de futbol, la diferencia es brutal.
|
El elenco habitual del programa Fashion Police. De izquierda a derecha: Kelly Osbourne, Brad Goreski y Giuliana Rancic, |
Resulta
curioso que una persona tan preocupada por su apariencia fuera, al
mismo tiempo, alguien con una rapidez mental digna de analizar. Y es que
los chistes de Rivers eran fruto de una imaginación desbordante, del
siempre trabajar la mente. De saber qué decir y cómo unir las ideas. Quiero creer que mucho de lo que se le ocurría era improvisado. O si
no, tenía una increíble memoria para repetir todo un guion. Sin dejar de
lado la naturalidad y frescura con que lo hacía.
Otra paradoja
sobre Joan Rivers, reconocida por hablar sobre “la moda” –algo
emparentado con la superficialidad- es que sea una de las personalidades
más lúcidas que ha dado la televisión. Para quien dude lo anterior,
sólo vea cada intervención de la comediante en la pantalla: lo que dice y
la frase que logra unir. No cualquiera reúne oraciones bien trabajadas
que provocan carcajadas. ¿Es importante mencionar que esto lo hacía una
persona de 81 años?
Si bien no sé de moda, recuerdo que los expertos en el tema llegan a mencionar que tal o cual modelo de ropa es genial, cuando es una cosa espantosa que excede lo que se pueda considerar como “innovación”. Joan Rivers hacía notar estas cuestiones, ya que decía lo que pensaba. Y no por conocer de moda, aceptaría cualquier porquería disfrazada de atuendo para utilizar como ropa.
En cuanto a su humor, pese a ser muy ácido y polémico, me encantaba. Me hizo reír muchas veces, sentirme bien, ver la vida como un juego en el que te suceda lo que suceda o estés donde estés, siempre hay algo de qué reírse y qué mejor si es de uno mismo.
Sus comentarios eran imaginación pura. Todo lo que hacía partía de un
ejercicio creativo: el mismo ejercicio pero siempre diferente. Sorprende
la cantidad de personajes famosos que admiraban su comedia, destacan Ellen
Degeneres, Whopi Goldberg, Eva Longoria, Demi Lovato, Samuel L. Jackson y Ozzy Osbourne, entre muchos otros, que el 4 de septiembre de 2014, expresaban mensajes emotivos
en Twitter tras su fallecimiento.
Joan Rivers vino y dejo un paquetote de humor negro,
con sus irreverencias y originalidades. Desde ahí, se cuenta que es una referencia
para el estilo crítico e irreverente de las comediantes Kathy Griffin,
Sarah Silverman, Amy Poehler y Amy Schumer.
Pese a que fuera
una persona vanidosa que siempre le interesaba verse bien (bromeaba al
decir que se había hecho 700 cirugías, añadía que eran tantas que perdió
la cuenta), comprendía que si saldría en una pantalla, tendría que
decir algo. Y qué mejor si era algo gracioso.
No por nada logró que la
gente se detuviera a pensar, a preguntarse cómo lo hace, a apreciar lo
increíble que produce un chiste o expresión. Algo que sólo los genios
creativos consiguen. Si algo queda de su legado, es pensar. Nada asegura que saldrá alguna ocurrencia, pero al menos se tendrá trabajará la mente, símbolo de la mejor comediante que dio la televisión.